Cuando una persona cruza el umbral de nuestro Despacho, no trae consigo solo una cuestión legal. Trae un fragmento de vida, una carga de miedos, de esperanzas rotas, de rabia o de desorientación. Trae el peso de una acusación que siente injusta, el dolor de un vínculo familiar que se rompe, la fatiga de ver sus derechos pisoteados. Comprender esto es el primer paso, el más importante. Antes de los papeles, antes de los códigos, antes de las estrategias procesales, está la escucha. Está la necesidad de mirar más allá del expediente, de captar la dimensión humana que cada vicenda, inevitablemente, contiene.
Somos un Despacho de Abogados, un equipo de profesionales coordinado por el Abogado Marco Bianucci. Pero somos, ante todo, personas que han elegido ser abogados no por casualidad, sino por vocación. Una vocación que se ha nutrido a lo largo de los años, en las salas de los Tribunales, en los pasillos abarrotados de los Palacios de Justicia. Nos hemos curtido así, sobre el terreno, gestionando la presión de los casos mediáticos y la delicadeza de cuestiones que, aunque se mantuvieran alejadas de los focos, eran universos de sufrimiento e injusticia para quienes las vivían.
Esta experiencia nos ha enseñado una verdad fundamental: la defensa, para ser eficaz, no puede ser un ejercicio solitario. La realidad es compleja, multifacética, y requiere una mirada plural.
El Abogado Marco Bianucci ha construido el Despacho sobre un principio de enfoque multidisciplinar.
Un proceso penal nunca es solo una cuestión de normas. Puede ser una cuestión de rastros biológicos, de peritajes psiquiátricos, de análisis financieros.
Una separación conflictiva nunca es solo un problema de división de bienes. Es un enredo de dinámicas psicológicas, de heridas emocionales que involucran, demasiado a menudo, a los hijos. Un caso de indemnización por un error médico requiere un conocimiento profundo tanto del derecho como de la ciencia médica, y esto se hace posible gracias a la colaboración con valiosos asesores médico-legales.
Nuestra experiencia se ha consolidado en tres ámbitos cruciales del derecho, donde la técnica jurídica se entrelaza indisolublemente con la vida de las personas.
Hemos abordado procedimientos complejos, desde la corrupción hasta los delitos societarios, desde la delincuencia organizada hasta la negligencia médica. Pero más allá de la tipificación del delito, siempre hemos mantenido un principio: la defensa del Ser Humano, sea quien sea, es un privilegio y un pilar del Estado de Derecho. Ya se trate de asistir a los familiares de una víctima cuya vida ha sido truncada o de luchar para demostrar la inocencia de quien está aplastado por una acusación infamante, nuestro papel no cambia.
Es garantizar que en el proceso nunca se pierda de vista al individuo, con su dignidad y sus derechos inviolables.
Separaciones, divorcios, custodia de los hijos. Los llaman "contenciosos", pero nosotros preferimos verlos como transiciones. Momentos de máxima fragilidad en los que una persona se siente perdida y necesita no solo un abogado, sino una guía lúcida y atenta, equilibrada. En este campo, más que en ningún otro, nuestra habilidad no reside solo en ganar los casos, sino en saber mediar, en negociar soluciones que preserven el respeto mutuo y, sobre todo, protejan a los hijos. Porque una familia, aunque separada, no deja de existir, y nuestro cometido es ayudarla a encontrar un nuevo y sostenible equilibrio.
Cuando un error médico, un accidente laboral o un grave accidente de tráfico trastocan una existencia, la indemnización no es una mera cuestión económica. Es el reconocimiento de un sufrimiento, el intento de devolver dignidad y futuro a quienes los han visto comprometidos. Asistimos a las víctimas y a sus familiares con la tenacidad de quien sabe que detrás de cada reclamación hay una vida que reconstruir. Luchamos para que la justa indemnización no sea una concesión, sino la afirmación de un derecho sacrosanto.
El Abogado Marco Bianucci, en su trayectoria profesional y humana, siempre ha encontrado inspiración en las palabras de un gran Maestro, Piero Calamandrei. Esas palabras no son un simple adorno, sino el corazón palpitante de nuestra profesión, la síntesis de todo aquello en lo que creemos.
"Muchas profesiones pueden ejercerse con el cerebro y no con el corazón; ¡pero el abogado no! El abogado no puede ser un puro lógico ni un irónico escéptico, el abogado debe ser ante todo un corazón: un altruista, alguien que sepa comprender a los demás hombres y hacerlos vivir en sí; asumir sobre sí sus dolores y sentir como suyas sus angustias."